Un día, cuando estábamos terminando la asamblea, entraron a nuestro aula, de repente, una princesa, un caballero y un bufón. Estaban muy tristes porque se habían quedado sin castillo, y ya no tenían dónde vivir.
Nos preguntaron si queríamos ayudarles a construir un castillo nuevo. Y, por supuesto, les dijimos que sí.
Nos explicaron cómo podíamos ayudarles y nos pusimos en marcha.
Ese mismo día decoramos la puerta de nuestra clase, convirtiéndonos en princesas, reyes, reinas, bufones, caballeros